Es hora de hablar de un tema con el que vivo todos los días y que, de forma importante, afecta mi búsqueda de independencia: la discriminación en contra de las personas con discapacidad. Básicamente, es cuando las personas usan su propia perspectiva para diseñar, definir y evaluar el valor que se la da a las personas con discapacidades: lo que decimos y experimentamos, la forma en que somos tratados, en que vivimos, trabajamos y amamos en el mundo. Normalmente, tal discriminación es inconsciente y está tan arraigada en la psique de, incluso, los defensores más fervientes de nuestros derechos, que la mayoría de nosotros simplemente aceptamos que tenemos que luchar en contra de esta por el resto de nuestras vidas. Esto hace que este tema sea incluso más importante para nosotros.

Permítanme empezar con un ejemplo. Tuve una clase en la preparatoria que requería que los estudiantes practicaran oratoria. Para alguien como yo, esto es imposible, entonces tuvieron que ajustar este requisito para mí. Tal vez, si el Departamento de Educación de Oregon no asumiera que todos los estudiantes son verbales, esto no habría sido ningún problema. ¿O será tal vez que las personas que escriben las metas de aprendizaje asumieron que, de todas maneras, las personas que no pueden hablar no estarían en una clase de educación general? Después de todo, yo sé lo poco común que es que una persona como yo esté en un salón de clases regulares, con compañeros sin discapacidades. La cosa es que yo no era el único estudiante que tenía una discapacidad o que tenía problemas para hablar, pero la situación era como si yo fuera la única persona que necesitara adaptaciones en esta área. En ocasiones, me frustraba por todas las formas en las que tenía que cumplir con sus estándares definidos de éxito cuando se me consideraba de muchas maneras como “menos que”.

Otra forma en que la discriminación contra las personas con discapacidad ha impactado mi vida es en el trabajo. Creo que todos tienen que reconsiderar las evaluaciones de desempeño laboral y en lo que se basan: una definición de lo que es completar un conjunto de tareas de acuerdo con el ideal de alguien que lo haría mejor, por ejemplo, un cuerpo con más habilidades para cumplir los requisitos del puesto. Esencialmente, esto quiere decir que si tienes una discapacidad tienes que cumplir con estos criterios o te quedarás atrás. Esta es una realidad para muchos de nosotros y apunta a una verdad obvia: no somos la mayoría y, por lo tanto, nuestras experiencias se califican como de segunda clase. Esta discriminación en contra de las personas con discapacidad es la que tiene convencidas a las personas de que los talleres protegidos son la única opción para el miembro de su familia. Esta es seguramente la más grande estafa para las personas a quienes ni siquiera se les ha dado la oportunidad de intentar.

Quiero ser claro en que no estoy señalando con el dedo a los padres o cuidadores que han tomado la decisión de poner a su hijo/a en esta situación, ya que sin duda ellos están tratando de hacer lo mejor posible. Creo que este es un problema de raíz en nuestra sociedad en el sentido en que la forma en que hemos tratado a las personas con discapacidades ha sido de naturaleza segregadora: en la escuela, el juego, el trabajo y la vivienda, la norma ha sido mantener a las personas con discapacidades separadas y definitivamente no como iguales.

La realidad está cimentada por la discriminación en contra de las personas con discapacidad y por los prejuicios, y tomará una generación o dos para revertirlos. Ahora es el momento de movilizar a las personas hacia las conversaciones sobre la discriminación en contra de las personas con discapacidad y el daño verdadero de mantener a las personas con discapacidades en un perpetuo estado de desventaja. El área más importante de cambio necesita ser en la forma en que los padres ven a sus hijos y lo que pueden lograr en la vida. Si usted se conforma con lo que los otros le digan que su hijo/a va a lograr, habrá sin duda opiniones perezosas, intentos flojos para incluir a su hijo/a en actividades con otros y profesionales que se guían con presupuestos en lugar de con lo que es mejor para su ser querido. Los padres de familia deben ser quienes encabecen los cambios que hagan que sea posible que las personas con discapacidades tomen control de las decisiones importantes que afectan nuestras vidas. Parece que vamos avanzando en esta dirección, pero es bien cierto que la discriminación contra las personas con discapacidad está dificultando que alcancemos esa meta.


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