Hay muchas cosas de las que quiero escribir, pero quiero respetar los deseos de otras personas y compartir algo que puede causar incomodidad en algunos. Entonces, voy a volver a un tema que se me preguntó hace unas cuantas semanas en mi página de Facebook:

Tengo curiosidad de comunicarme contigo. Te vi alrededor de Trillium cuando tú y mi hijo estaban ahí, y no sabía nada de ti. Cuando estaba en Aikido, escuché que habías ganado un concurso y que te habías ganado un viaje, totalmente en algo que habías escrito. (¡Súperrrrrr increíblemente impresionante!) Desde entonces, te ha visto en el río y por ahí algunas veces, y honestamente siento que ha sido una grosería de mi parte no saludarte directamente, pero todavía no tenía la completa seguridad de si estarías consciente de que te estaba hablando a ti.  Claramente lo estás. Supongo que no sé qué más decir además de hola, cuando no tengo la seguridad de si tienes una forma de responderme. ¿Siempre tienes un tablero de letras contigo? ¿Incluso en el río? ¿Tienes alguna vez conversaciones casuales con personas cuando sales por ahí?

¡Me encanta esa pregunta por muchas razones! Primero, sé que mis padres han hecho un enorme esfuerzo para crear relaciones en nuestro vecindario local con proveedores de servicios a los que todos asisten. No voy con un “dentista para autismo”, voy con un dentista maravilloso que tiene un paciente que usa un tablero de letras y trabajan conmigo como lo hacen con cualquier persona que se siente nerviosa sobre el dolor. Por años, fui con una mujer cuyo inglés no era perfecto, pero era extremadamente amable y buena cuando me cortaba el cabello, y no hacía un gran alboroto debido a que yo usaba audífonos cuando usaba sus tijeras alrededor de mis orejas. He aprendido cómo quedarme sentado mientras el asistente médico irriga mis oídos para limpiar la cerilla acumulada por años mientras mi mamá se asombraba con la cantidad. La cosa que tenían en común era la amabilidad. Me recuerda de algo que solía escuchar que mi mamá decía cuando buscaba a personas que vinieran a trabajar conmigo. Ella decía que prefería a personas sin experiencia con autismo debido a que entonces no tendría que pasar mucho tiempo eliminando lo que ellas habían aprendido de lo que pensaban que sabían sobre personas con autismo.

Otra cosa que me gusta sobre esta pregunta es la presunción de competencia que tan claramente ven en mí y que agradezco. Vi su duda en el río en un par de ocasiones, y me recordó de los chicos en la clase o en los pasillos de la escuela que me veían fugaz o nerviosamente, como conejos asustados, sin estar seguros de qué decir. Era más acerca de su incertidumbre y no tanto por su presunción sobre si voy a responder, debido a que para entonces la escuela sabía que yo podía escuchar a las personas cuando me hablaban, pero que yo no contaba con el mecanismo de respuesta que la mayor parte de las personas tiene. Pero no era una gran cosa, cambiaron sus expectativas con base en mi habilidad de responder, pero eso no quiere decir que dejaron de intentar.

Entonces, supongo que lo que estoy diciendo es esto: salúdenme siempre. Digan ese saludo desde la dorada luz que brilla con amabilidad en los recovecos de su corazón. Modelen esa amabilidad y la presunción de que los escucho para las personas que nos rodean y que no lo creen, debido a que en esos momentos de un saludo amigable están actuando en mi defensa. Dejen que mi obvia falta de respuesta SEA la respuesta que esperan, y disfruten de las pequeñas formas en las que demuestro que los escucho, como salpicando un poco de agua o riéndome, o solo estando bien conmigo mismo tal y cual soy. Escucho su amabilidad con cada latido de mi corazón.


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