Es con una profunda sensación de tranquilidad y serenidad que comparto algo con las personas que leen mis pensamientos difíciles de entender: No estoy bien. Me siento completamente ansioso y necesito hacerle frente todo el tiempo al hacer rituales TODO EL TIEMPO. Mentalmente, no puedo interesarme en cosas que solían fascinarme, como las noticias o incluso esa música “standby” antigua. Es como si mi cerebro no pudiera enfocarse en cualquier cosa que requiera de mucha atención. Así que para el tema de este mes, quiero escribir sobre cómo se siente esa ansiedad, para que los padres puedan entender mejor qué están sintiendo sus hijos, especialmente si son no verbales y están altamente sintonizados con las fuentes sensoriales que los rodean.

Mi fuente sensorial principal son las emociones de otras personas. Siempre ha sido así, incluso cuando era un niño pequeño. Las personas neurotípicas (NT) no pueden realmente entender qué aspecto tiene esto, así que permítanme dar un ejemplo. Cuando era pequeño, solía ir a la que mis padres llamaban la casa de mis abuelastros. (Todos mis abuelos biológicos vivían lejos). Mis abuelastros solían organizar grandes cenas e invitar a muchos otros serbios a su casa para celebrar los días festivos. Tenían un pequeño apartamento en Beaverton y, en el camino desde la zona norte de Portland, escuchaba a mis padres hablar sobre quién iba a estar ahí, sobre de qué se trataba el día festivo (ya que podría ser el santo de un familiar, lo cual era algo nuevo en la lista de eventos culturales de mi mamá), o recordaban las reuniones de los años anteriores.

Las emociones que mi padre sentía eran entusiasmo y relajamiento, mientras que mi mamá sentía ansiedad y nervios mientras se preparaba para una noche de incertidumbre. ¡Lo que recuerdo con más claridad es que se mantenía alejada de las personas que no estaban bien aclimatadas al estilo de vida estadounidense y que usaba mucho el baño! Mientras tanto, mi papá se sumergía de lleno en la familiaridad de estar entre su gente. Todavía puedo recordarlo sentado cerca de mi abuelastro con un brazo alrededor de sus hombros, completamente inmerso en una historia sobre política o algún chisme local. Cada uno de mis padres tenía experiencias completamente diferentes mientras estaban en el mismo entorno.

Supongo que es lo mismo para mí, pero todo el tiempo me siento fuera de sintonía con todo. Estoy en una tierra extranjera y no hablo bien el idioma. Me las arreglo con algunas frases clave, pero culturalmente, estoy perdido. De vez en cuando, me encuentro con otro visitante y nos enviamos uno al otro pensamientos positivos. Depender de mis familiares para ayudarme a navegar el mundo fue mi fuente principal de supervivencia cuando era niño. Ahora tomo algunas decisiones por mí mismo, no muchas, pero ahí la llevo. Sin embargo, aún me siento como un extraño la mayor parte del tiempo y esto se refleja en mis niveles de estrés y en mis rituales, los cuales son la forma en que lidio con esto.

Me reconforta mucho estar en un entorno consistente donde tengo el control. Esto equilibra la ansiedad que surge de cada cambio desconocido o inesperado. Pero la forma en que la ansiedad se manifiesta en los tiempos del COVID-19, los incendios forestales y BLM (“Black Lives Matter” o Las vidas negras importan) es algo que nunca antes había experimentado. De cierta forma, es una mezcla entre estar en casa después de una nevada y los caminos de montaña están bloqueados y enjambres gigantes de abejas se mueven para encontrar una nueva colmena en el primer lugar que encuentran. Me siento tan abrumado que me cierro al tiempo y a las funciones necesarias, como desayunar en la mañana en lugar de a las 4 de la tarde. Nadie sabe cuándo terminará esta combinación de factores estresantes, pero me imagino que cuando lo superemos, tendremos una mejor idea de qué tanto toleramos los desafíos. Hasta ese entonces, espero que seamos pacientes y amables unos con otros.


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